Cuando se habla de majestad en el cargo, generalmente uno lo refiere a la sobriedad, al caché, a la prestancia, al cuidado con lo que se dice, a la forma de conducirse en público. Para hablar de la majestad presidencial, es obligatorio tomar como referencia los expresidentes de la mal llamada cuarta república. A aquellos, generalmente uno los recuerda por algo en particular, digamos a uno lo llamaban El Gocho, a otro el médico bonachón y bebedor, o por el famoso “a mi tu no me jodes”. Otros ex por sus refranes, por su pipa, por su generosidad, y otro por su intelectualidad. Estos hombres siempre vestían para la ocasión, se expresaban con respeto hacia sus contrincantes políticos, se dirigían a la nación en momentos oportunos o en diciembre en la salutación de fin de año. No recuerdo haber visto a ningún presidente de la cuarta disfrazado de bandera nacional, en el salón elíptico del antiguo Congreso Nacional. Eran hombres tan común como cualquiera de nosotros, asistían a fiestas, reuniones; eran invitados a cualquier ágape, eran respetados y tratados con afecto en cualquier acto oficial o invitación particular, el asunto es que llevaban vida social. Jamás vi a ningún expresidente en un acto de graduación de alfereces y guardiamarinas, acariciándole la mejilla a un futuro subteniente. Al actual presidente lo conocemos de muchas forma, unos le dicen “Chacumbele”, otros le dicen Esteban, Hugo, el loco Chávez, comandante presidente, el niño de sabaneta y otros el innombrable. En los de la cuarta república una caritura de ellos era la excepción, ahora la excepción es que no aparezca una caricatura del actual presidente.
Cuando ocurrían desastres naturales, funcionaba el viejo Comando Unificado, y todo el mundo sabía lo que tenia que hacer, habían planes, y sobre todo había coordinación entre los entes gubernamentales, no se escatimaba esfuerzos, medios, dinero, no había sectarismo, por que el presidente era de todos los de venezolanos. Sorpresa e indignación causó cuando el presidente se aparece en Higuerote y ordena ocupar hoteles y edificios de propiedad privada, lo hizo con mucho vigor, don de mando, valentía, hablando de ricachones, sin tomar en cuenta que ahí quienes tienen apartamento son de clase media baja, que con su esfuerzo, trabajo y dedicación lograron tener un sitio de descanso o una inversión. Se presentó y en vez de buscar a la primera autoridad regional, lo ignoro, sin analizar que la gente en higuerote lo que quiere es que las aguas bajen para volver a la normalidad, recuperar su casa, poner su arbolito o nacimiento, porque el pueblo quiere paz, tranquilidad, no quiere enfrentamiento entre venezolanos. No quiere descalificaciones, solo armonía.
Si esa misma valentía que empleó para ordenar ocupar la propiedad privada, la hubiese tenido el 4 de febrero, el movimiento hubiera sido un éxito. Ayer pudimos ver con gran desfachatez, como se da el lujo de amenazar a un presidente de un banco con comprarlo o expropiarlo por un simple reclamo de un cliente, que si a ver vamos es un problema personal banco-cliente; y no un problema nacional. Hoy amanece diciendo que eso no fue lo que el quiso decir, que esa es una calumnia de la oposición, ósea de los escuálidos. Parece que se dio cuenta, que inmediatamente su actitud se convirtió en noticia en toda Europa y EEUU. La majestad se perdió, pero la perdió el mismo con su conducta de guapo de barrio; creo que debe sentir vergüenza de su conducta, pero más vergüenza deben sentir los aplaudidores de oficio que lo acompañaban.
Artemio Boada
Coronel ® GN
artiboada@hotmail.com
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